Una conversación necesaria que puede encender la chispa y fortalecer la intimidad
Ps. Mabel Guillén. Terapeuta familiar y de pareja

La sexualidad es una vivencia profundamente humana y por lo tanto compleja que, en algún momento, resulta desconcertante o desafiante para todos. Puede ser intensa, frustrante, emocionante, silenciosa, llena de preguntas, de rutinas o de deseo no resuelto. A veces es liberadora, otras, contradictoria. No se deja encasillar fácilmente: cambia con las etapas de la vida, con la historia personal y el vínculo. Es una experiencia rica en matices que escapa a las explicaciones simplistas o las fórmulas universales.
Dicha complejidad hace que muchas parejas dejen de hablar de su vida sexual, justo cuando más lo necesitan. Este el silencio que se instala en la vida sexual de una pareja suele ser un refugio para evitar conflictos, pero termina convirtiéndose en un abismo. En el silencio crecen los malentendidos, la desconexión y la soledad. Volver a conversar desde la verdad puede ser el primer acto íntimo y reparador.
El silencio no es oro (en el dormitorio)

Los Dres. John y Julie Gottman, fundadores del Instituto Gottman, reconocido centro de investigación y terapia de pareja, señalan que las parejas centradas en cultivar una conexión emocional sólida y que se permiten conversaciones abiertas sobre su intimidad, mantienen relaciones sexuales más satisfactorias a largo plazo. Esto no se trata de técnicas sexuales ni de frecuencia, sino de diálogo, seguridad emocional y apertura mutua.
El sexo, cuando es cuidado y mutuamente deseado, cumple un rol central en la pareja: fortalece el vínculo emocional, genera oxitocina (la hormona del apego), disminuye el estrés y refuerza el sentido de exclusividad y complicidad. Pero para que esto ocurra, es necesario algo más que técnica: requiere conversación y al mismo tiempo conexión.
Conexión emocional, erotismo, identidad y novedad
Desde la Terapia Focalizada en las Emociones (EFT), desarrollada por la Dra. Sue Johnson, se explica que el deseo sexual no es solo una respuesta física, sino también una expresión del apego emocional. “Tocar” al otro requiere sentir que ese espacio es seguro.

En esta lógica, el sexo es una forma de decir: “Estoy aquí para ti. Quiero estar contigo.” Cuando el vínculo está herido, cuando hay resentimientos sin trabajar o historias no contadas, es difícil que el cuerpo quiera entegarse. Esto ocurre, no porque el deseo haya desaparecido, sino porque el cuerpo no se siente a salvo.
Por otro lado, Esther Perel, una de las voces más influyentes en reintegrar el erotismo como parte fundamental de la salud relacional, sostiene que el deseo sexual no siempre nace de la cercanía, sino también de la distancia, la autonomía y la posibilidad de redescubrir al otro como misterio.
Muchas parejas confunden estabilidad con rutina, y seguridad con predictibilidad. Pero el deseo necesita algo de sorpresa, y mucho de juego. Perel invita a las parejas a salir del «sexo funcional» y entrar en el sexo como espacio de exploración. Además de lo anterior, también implica hablar de los gustos, de lo que se extraña. Dialogar sobre que y como experimentar
Por donde empezar?
Quienes priorizan la intimidad emocional y se sienten libres de expresar sus deseos, necesidades o fantasías sin temor a ser juzgados el uno por el otro, logran mantener una vida sexual satisfactoria a lo largo del tiempo.
Hablar de sexo no significa tener una charla incómoda o solemne. Requiere mostrarse vulnerables y por eso es complejo. Pero, si se logra dialogar desde el respeto y la curiosidad, es posible que se convierta en una oportunidad para recolectar. Algunas ideas para iniciar la conversación:

- ¿Qué es lo que más te gusta de nuestra vida sexual?
- ¿Hay algo que te gustaría explorar y aún no hemos intentado?
- ¿Qué experiencias sexuales recuerdas con cariño?
- ¿Cómo te sientes respecto al nivel de cercanía que tenemos hoy?
- ¿Hay algo que nunca me has dicho por vergüenza o miedo?
Es importante crear un espacio seguro, donde cada uno se sienta en libertad de hablar sin ser interrumpido, juzgado o corregido. No se trata de negociar exigencias, sino de acercarse mutuamente desde la confianza y el deseo de crecer juntos.
Volver a hablar de sexo no significa forzar nada. No se trata de «cumplir», sino de entender, de acercarse, de crear un nuevo lenguaje afectivo y erótico. Algunas parejas necesitarán ayuda profesional para empezar este diálogo, especialmente en presencia de heridas profundas (en uno o ambos), pero incluso en esos casos, hablar puede ser el primer acto de reparación.