Duelo perinatal: el dolor silenciado
Ps. Mabel Guillén. Mg. en Terapia Familiar Sistémica
Y NO NACISTE.
(A mi ternura que se fue sin nacer)
Toda la ilusión se hizo llanto cuando dije adiós a tu vocecita sin música,
hijo-hija sin presencia, muda miniatura que no vio en mis ojos ni la sorpresa, ni la angustia.
Fuiste un suspiro y te hundiste en mis lágrimas.
Fuiste paloma que no aleteó mi entraña.
Fuiste sólo esperanza; Pero, aún llevo tu nombre sin nombre en mi surco-corazón.
(Autora: Mireya Vega Díaz.)
La muerte de un hijo/a durante el embarazo, en el parto o a los pocos días de haber nacido, produce un dolor indescriptible a los progenitores, así como al resto de la familia. Lamentablemente, en pocos casos se reconoce y valida el impacto del duelo perinatal. La mujer y el resto de la familia vive su dolor en forma aislada, o no se dan el permiso para hacerlo. Todos intentan aparentar que "aquí no ha pasado nada". Si embargo, SÍ, pasó algo gravísimo y sumamente triste: Murió un hijo/a o no alcanzó a nacer (no importa el tiempo de gestación). Murieron sueños, ilusiones, esperanzas. Aunque no haya sido esperado ni deseado el embarazo, hay un dolor que debe ser visibilizado y el tiempo de duelo, que sea necesario, es necesario vivirlo.
El dolor emocional de la pareja se entremezcla con una sensación de ruptura de sueños y planes, asociados en muchos casos, a incertidumbre, sentimientos de culpa, ideaciones de que fallaron como madres, como mujeres, que sus cuerpos “no pudieron mantener” al hijo. En caso que la familia tenga fe, puede sentirse culpable por responsabilizar a Dios por la muerte del hijo/a.
La respuesta de cada miembro de la familia al duelo, varía de acuerdo a la edad, sexo, el contexto sociocultural y a la presencia o ausencia de la fe en Dios. Cada hermano/a experimenta en intensidad diferentes sentimientos, a veces lloran por el hermano/a fallecido, pero también por el distanciamiento que sienten por parte de sus padres quienes se encuentran sumidos en el dolor. Los abuelos/as, sufren por la pérdida del nieto tanto como por sus hijo/as.
Muchos, con la intención de evitar o disminuir el sufrimiento, utilizan frases tales como: "ya vendrán más hijos". Son jóvenes; "todavía no estaba completo"; "era mejor así, quién sabe de qué se libró"; "estaba sufriendo mucho"; "no iba a tener calidad de vida". etc. Estas palabras, aunque dichas con muy buena intención, no ayudan. Al contrario, dan la sensación de que no les importa el dolor ni la pérdida y puede generar más pena y aislamiento.
Sin pretender que suenen palabras vacías ante tanto dolor, se entregan algunas sugerencias para vivir el duelo perinatal:
- No te compares con otras personas que pasaron por lo mismo. Tu dolor es único, nadie lo siente ni vive como tú.
- Puedes experimentar distintas emociones y sentimientos al mismo tiempo: rabia, impotencia, tristeza, desesperanza, sentimientos de culpa, responsabilizar a otros por lo que ocurrió. Te encuentras en una crisis emocional muy grande que puede durar mucho tiempo. Las emociones que experimentas son normales y esperables para vivir el duelo (no hay un tiempo definido, depende de cada uno).
- No exijas a otros sientan lo mismo que tú. El padre de tu bebé, tus padres, u otros hijos, tienen formas distintas de sentir, no por eso sufren menos o más.
- Es importante darte el espacio y el tiempo. Te encuentras en una crisis emocional muy grande que puede durar mucho tiempo. Las emociones que experimentas son normales y esperables para vivir el duelo (no hay un tiempo definido, depende de cada uno).
- Si tienes fe y responsabilizas a Dios de tu pérdida -lo que a su vez produce culpa en ti- es importante verbalizar dicho enojo y entender que, aunque no encuentres una explicación del porque “no hubo” intervención divina, recordar que El entiende tu dolor porque también perdió un hijo, podría ayudar disminuir la culpa.
- Reconoce que no estabas preparado/a para la muerte de tu hijo o hija, aunque te lo hayan dicho los doctores que no era viable el embarazo, había una luz de esperanza de algo podría cambiar.
- Si vuelves a embarazarte, es probable que experimentes temores y ansiedades, sobre todo cuando se aproxima el tiempo de gestación en que perdiste a tu bebé. También son comprensibles dichos temores, enfréntalos, conversa sobre esto.
- Conversa con el padre de tu hijo/a de tus sentimientos, escucha los suyos. Si tienes más hijos, inclúyelos en dichas conversaciones.
- Si compraste ropitas y otras cosas, si decoraste un espacio especial para recibirlo/a, tomate el tiempo para mirar, tocar y posteriormente, cuando estén preparados como familia, puedes regalar o guardarlos.
- Reconoce que ese pequeñito/a no nacido o recién nacido que ya no está, formó, forma y formará parte por siempre de tu vida de cada uno de los miembros de dicha familia. Es tu hijo/a y tu, su madre.